En esta edición de nuestro
entrañable repaso por las colecciones de nuestra infancia, hablaremos de un jugador
excepcional que tuvo escasa suerte en cuanto a títulos se refiere. Digo esto
porque ciertos detalles y acontecimientos impidieron que pasara a la historia
del fútbol como una auténtica leyenda, aunque el término "crack" no se lo
arrebata nadie.
En sus inicios jugaba en su
ciudad natal, Osijek, pero muy pronto llamó la atención del Dinamo
de Zagreb, con el que antoría 34 goles en 60 partidos jugados. Por ese entonces se trataba de un jugador
interesante para los ojeadores, pero al que aun le faltaba mucho recorrido para
jugar en la élite. En sus tres temporadas en Zagreb no consiguió alzarse con ningún
título, pero aun así terminaría abandonando Yugoslavia (por ese entonces en
proceso bélico) rumbo a Sevilla.
Tras temporadas magnificas con el equipo
hispalense, donde demostró calidad de sobra para jugar en un grande, el Real
Madrid acabaría haciéndose con sus servicios. El equipo presidido por aquel
entonces por Lorenzo Sanz, encaraba un proceso de reestructuración cuyo
principal objetivo era volver a ser fuerte en Europa y obtener la tan ansiada
séptima Copa de Europa. Davor Suker fue uno de los elegidos
para la gloria. Su sequía de títulos acabaría de súbito al llegar a la “Casa
Blanca”. Allí obtuvo una Liga, Una Supercopa de España y su
título más recordado, La Copa de Europa de 1998, la cual,
todo hay que decirlo, no estuvo exenta de polémica.
Polémica aparte, su sobrada
calidad le hizo justo merecedor de los títulos. Tras años infructuosos por fin
alcanzó uno de los logros que más ansían los futbolistas de élite, coronarse
como rey de Europa.
Pero las victorias no acabarían ahí.
Su actuación con Croacia en el mundial de 1998 fue sublime, y a día de hoy sigue siendo uno
de los mejores recuerdos de las citas mundialistas. Hay que recordar que era la
primera participación de Croacia en una fase final de un mundial, y lo cierto
es que el apelativo de equipo relevación se le quedó corto muy pronto. Suker
lideraba una generación prodigiosa, acompañado de jugadores de calidad
intachable, como Robert Jarni, Prosinecki, Boban o Mario
Stanic. En la fase de grupos, Suker sería vital marcando dos tantos
importantes ante Jamaica y Japón, que la clasificaban automáticamente para
octavos. La derrota frente a Argentina por la mínima no supuso una herida grave
para el espíritu de los croatas. En octavos, la selección balcánica se deshizo
con apuros de la Rumania de Hagi, Popescu, entre otros, gracias
a un penalti ejecutado por Sukerman (uno de sus múltiples apodos). Sin embargo,
la mayor sorpresa que desató la euforia en las calles de Croacia, fue la apabullante
victoria por 0 - 3, frente a la vigente campeona de Europa, la Alemania liderada
por Jurgen
Klinsmann, Markus Babbel etc. Fue una victoria increíble que atemorizó a
la selección anfitriona en el partido de semifinales. Otra vez Suker traería el
nerviosismo a los franceses con otra imparable acción, pero un doblete de Thuram
acabaría con el sueño de los debutantes. Croacia terminó ese mundial tercera
tras doblegar a Holanda en el partido por el tercer y cuarto puesto. Pese a la
derrota ante Francia, la selección croata sentó las bases para los años
venideros y Suker, en su mejor año, se confirmó como el máximo goleador de la
cita con 6 tantos.
El de Osijek alcanzó su máximo nivel
con 30 años y acabaría colgando las botas en tierras germanas, en el Munich
1860. En la actualidad, Suker es el Presidente de la Federación de
Futbol de su país, y continúa impulsando a las nuevas generaciones a
alcanzar logros aun mayores del alcanzado por él en Francia 98.
Riddler
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