Hoy han despedido a
Fernando Vázquez del Deportivo de la Coruña por "hablar". El técnico
gallego que cogió al conjunto coruñés hace dos años cuando estaba a punto de
descender a la Liga Adelante, y que la temporada pasada lo devolvió a la Liga
BBVA.
Un despido que, según
se argumenta desde el club: "La falta de confianza del Consejo de
Administración hacia el entrenador ha provocado la toma de esta decisión en un
momento en el que, sin haber comenzado todavía la pretemporada, es todavía
posible reconducir la situación creada para generar, en la primera plantilla y
en toda la estructura profesional del Club, el ambiente de confianza necesario
para poder desarrollar el proyecto deportivo y empresarial que tiene que
permitir al Deportivo ser un equipo competitivo, a todos los niveles, en
Primera División".
Es decir, al entrenador
que casi obra el milagro y evita el descenso y que acaba de ascender al club a
la "mejor liga del mundo", se le despide porque dijo "la opción
uno podría ser la bomba, pero generalmente vamos siempre a la opción cinco, la
opción seis, siete... Nunca conseguimos de verdad nos proponemos. Ese es un
poco el problema. Está claro que este año tenemos una cantidad de dinero
decente para gastar, no es como el año pasado, que teníamos que ir por las
puertas pidiendo".
¡Basta ya!
El cinismo es otro de
los males endémicos del fútbol. Decir lo que se piensa no debería ser pecado, y
tener libertad de expresión debería ser un derecho básico. No hace falta decir
mentiras para ser caballeroso, ni para respetar al rival. Desde Guardiola
cuando tenía miedo a perder en las eliminatorias a doble partido contra rivales
de Segunda B en la Copa del Rey se ha instaurado un señorío poco adecuado en el
mundo del fútbol, donde la mentira es la tónica habitual. Escuchar a jugadores,
entrenadores o presidentes decir lo que piensan es muy difícil, cuando debería
ser lo habitual.
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